Llevo varios veranos con poco tiempo para leer literatura, pero creo, espero, que este sea el último que me ocurre.
De todos modos este verano tiene algo de especial y es que he podido disfrutar de una hija bebedora de libros después de unos años de relativa sequía, lo que nos ha servido para entablar pequeñas e interesantes tertulias literarias.
La trasgresión de las normas, por ejemplo, con lo grave que puede ser en el instituto no escribir de manera correcta, descubrir que Saramago utiliza los signos de puntuación como le da la gana no deja de tener su gracia, y sin embargo lo entendemos y lo disfrutamos.
Ella es un poco rebelde por naturaleza, acentuada esta rebeldía por la terrible adolescencia, de repente ha sentido la necesidad también de escribir mucho, para poder algún día permitirse el lujo de transgredir normas, ¡me encantaría que llegase a poder hacerlo!
Me parece tan alucinante que alguien sea capaz de escribir algo y conseguir emocionar o intrigar o apasionar a montones de personas en la distancia.
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