Me apetecía escribir aquí pero llevo mucho tiempo que no se me ocurría por donde empezar y siempre lo acabo dejando para otro día.
Ayer una persona especial, mi amiga y compañera Elena que se marchó a Granada hace unos años, me dio las gracias porque según ella, mi blog le permite mantenerse en contacto con nosotras y la “engancha” a otros espacios interesantes.
Ha sido fantástico verla de nuevo, pero el lugar y el motivo, muy triste, la muerte del marido de otra compañera, de una gran maestra.
Esta entrada va a ser una mezcla de algo personal e íntimo con algo profesional, pero a veces ¿dónde están las fronteras?
He recordado que hace unos pocos días en el claustro de un centro encontraba algunas “maestras” tremendamente ofuscadas con ese discurso agotador y cansino que repite de forma machacona que la escuela ya no puede soportar el peso de todo lo que le pide la sociedad que trabaje con el alumnado, y ella, se preguntaba muy enfadada ¿Debe la escuela arreglar todas las cosas que en la sociedad no funcionan?
Y hoy también he recordado como abordé hace unos años en mi clase el tema de la muerte.
La muerte es un tema difícil que no aparece en los libros de texto, pero ¿debe abordarse en la escuela? Y sobre todo, cómo hacerlo de forma seria, sin dañar creencias, susceptibilidades o generar miedos en edades tempranas.
Lo más fácil es ignorar que existe, pero como ocurre con la mayoría de cosas importantes en la vida de las personas, por mucho que la escuela les cierre las puertas, estas acaban encontrando el modo de colarse por las rendijas.
Cuando lo hacen, podemos cerrar los ojos y no hacer nada, pero no podemos impedir que las niñas y los niños no solo no los cierren, sino que abran mucho más, los ojos y el entendimiento.
Y eso fue lo que pasó una mañana en mi aula.
Era a finales de octubre cuando en el cole se preparaba la celebración de “Halloween” y de repente escucho una conversación en uno de los grupos de mi clase de primero de primaria en la que hablaban de que lo que se celebraba era el “día de los muertos”.
Os transcribo más o menos como transcurría la conversación cuando yo reparo en ella:
.- Los meten en una caja y los entierran y yo se que a les salen gusanos y se los comen. y también me ha dicho mi hermano que a algunos los meten en un horno y los queman.
De repente, una alumna levanta la cabeza, me busca con la mirada y me pregunta angustiada:
.- ¿los queeeeeeman?
¿Que es lo correcto en esos momentos? ¿Cómo se responde? Yo no sabía y como muchas veces hacemos en las clases actué por intuición, improvisé.
Les pedí que se sentaran en el lugar de la asamblea y hablamos de la muerte, ellos contaron lo que sabían y sobre todo tenían muchas preguntas que en su mayoría yo respondí con sinceridad, diciéndoles que tampoco yo tenía respuesta a muchas de esas preguntas.
Hablamos de diferentes creencias, de diferentes religiones, de lo que dice la ciencia, de que la verdad absoluta no existe y de que hay muchas verdades y de que lo importante, es que las personas que se van y que queremos, nos dejan un montón de recuerdos que nos acompañan siempre y van a mantener cerca de nosotros a esas personas.
Al acabar les dije:
.- ¿Que os parece si cada uno de nosotros elige una persona cercana que haya muerto y en casa escribimos una pequeña biografía con ayuda de las mamás, de los papás o de quienes sepan cosas interesantes sobre ella?
Al día siguiente todos traían su pequeña biografía de personas importantes en sus vidas, llenas de cosas interesantes, de recuerdos emocionados y una vez más la escritura y la lectura se convirtieron en herramientas para conocernos mejor, para acercarnos, y para crecer juntos. Apareció desde entonces un contenido nuevo en mi currículum y busqué otras maneras de abordarlo. Como siempre los libros nos aportan una tremenda ayuda y en la literatura encontramos pequeñas soluciones, pequeñas respuestas:
No es un tema fácil, no es sencillo, no es agradable, pero es cotidiano y nos ofrece la posibilidad de acercarnos de muchas maneras, no solo como situación personal que puede pasarnos cerca en un determinado momento, sino también, como cuestión social que nos puede hacer replantearnos en que tipo de sociedad vivimos y que tipo de mundo queremos con una mirada crítica.
Leer la prensa, ver los telediarios son acciones que nos ponen a diario en contacto con la muerte, con las muertes y situarnos frente a cada una de estas situaciones no siempre es fácil pero es una exigencia si queremos crecer como personas.
Por eso creo, que este y cualquier otro tema importante en nuestra sociedad debe abordarse en la escuela.
Como dices un tema difícil de afrontar en la escuela pero también necesario. A mí se me han planteado situaciones en el aula para tratarlo y nunca lo he eludido. Hay que romper ese tabú de la cultura occidental y la escuela puede ser un buen lugar para empezar a hacerlo. Saludos.
ResponderEliminarQuerida amiga:
ResponderEliminar¡Tanto camino recorrido juntas y no dejas jamás de sorprenderme¡.
Tus comentarios son tan acertados, que me parece que los oigo por primera vez.
El tema de la muerte lo hemos abordado muchas veces y es cierto que siempre con algo de tabú y con mucha inquietud.
Pero efectivamente con las criaturas en el aula siempre con toda la sincesidad que seamos capaces.
Totalmente de acuerdo contigo Javier, lo que pasa es que nosotros venimos de recibir "una mala educación" y ciertas cosas nos cuestan.
ResponderEliminarEn mi caso este tema me parecía muy tabú e incluso me ha costado mucho abordarlo con mis propias hijas, sin embargo con la buena intención de protegerlas a veces les hacemos mas daño, ya que debiéramos afrontar ciertos temas con mas naturalidad.
En este caso, como en muchos otros yo he tenido la suerte de aprender muchísimo gracias a mis propias niñas y niños y junto con ellos.
Amiga, muchos de esos aprendizajes no hubiesen sido posibles sin tu optimismo, tu fuerza, tu buen hacer a mi lado. ¡Gracias!
ResponderEliminarTienes razón y también es verdad que hay que ver la muerte de otra forma.
ResponderEliminarEn realidad tu, yo y todas las personas de este mundo, cada segundo, cada minuto, ya estamos muriendo a medida que crecemos.
Hay cosas que tienen que ser sabidas de casa a través de nuestros padres, pero no está mal que los profesores lo enriquezcan y nos ayuden a verlo de otra manera, como es a través de la literatura.