No la recordé al principio, pero cuando vino a mi mente, casi me pareció un delito que no fuese mi primer pensamiento para ella.
¡Ella me enseñó a hacer calceta!
Y hoy le debo un pequeño homenaje.
Era mi primer destino como maestra, ¡Benizalón!, una sustitución de tres meses, recién aprobadas mis oposiciones.
Veintidos años, muchas ilusiones y un puñado de miedos, y... ¡pido Benizalón!, un pueblo pequeñísimo de la Sierra de los Filabres almeriense.
No sabía dónde estaba, ni cómo era, pero me gustó el nombre.
Trabajar y sentirme dueña de mi vida por primera vez me parecía algo tan grande que el lugar parecía una simple anécdota.
Y de repente descubro que acabo recluida durante un trimestre en un pueblo del que no podía salir de forma autónoma, no tenía coche, ni el horario de la pequeña furgoneta que viajaba a la ciudad se ajustaba a mi horario laboral.
Tampoco disponía de casa, que ya había ocupado la maestra titular.
Y me acogió Ángeles, una madraza de cuatro hijos, una mujer fuerte, perseverante, que destilaba energía, entusiasmo, una mujer que como tantas otras no tuvo muchas oportunidades de elegir su destino.
Ella fue durante tres meses mi mejor compañía, mi apoyo, el hombro sobre el que lloré mi inexperiencia de maestra que se enfrenta por primera vez y sola, a una escuela que no le mostraron en la universidad, llena de dieciséis criaturas, desde los tres años hasta los doce años.
Ella y las estrellas de la Sierra de los Filabres, de la que dicen que es uno de los mejores lugares del planeta para mirar al cielo.
Ángeles me enseñó a hacer calceta, lo hizo "para que no la siguiera a todas partes como un perrillo faldero".
Me enseñó muchas otras cosas, sobre todo a mantener siempre el buen humor, a pesar de la leche de cabra que me ponía mala cada mañana, de tener que ir a buscar el agua a la fuente cercana y a pesar de la dureza de su marido hosco y callado.
Me contaba historias del pueblo, de su vida, y se reía, siempre se reía.
Con ella hice mi primera labor de calceta y me gustó.
Luego siguieron más, fue una época interesante, y ahora que lo pienso, los años de mis escuelas unitarias estuvieron siempre ligados a esta labor, que luego abandoné pasados los años.
Ella hubiese sido una genial protagonista para el libro de María Reimóndez.
Su historia, como la de tantas mujeres de su generación es todo un ejemplo de superación, de resistencia, de fortaleza.
Y sin duda ella sería protagonista imprescindible de mi club de calceta.
hola!! hoy por casualidad, en una tarde tediosa de muchisimo calor, he buscado en internet cosa de mi pueblo, Benizalon.
ResponderEliminarQue sorpresa ha sido para mi leer este comentario de una joven maestra en Benizalon, y, que entrañable.
Para mi, por muchos motivos, no es tan dramatico pasar tres meses alli, sino todo un lujo, pero es evidente que la situacion personal y seguramente, la apreciacion de esa pequeña reclusion es muy diferente.
Coincidimos en que Angeles, que hace pocos dias, cumplio 69 años es una gran mujer y en todos los detalles que de ella refieres.
Yo no he tenido el placer de que me enseñe a hacer calceta, pero puedo dar fe de muchas otras cosas que hace bien, como , por ejemplo, sus roscos fritos que pude probar el pasado martes.
Ahora,separada de su marido, tambien cuida, cria y ha criado a sus nietos, participa en teatros y cuantas actividades le proponen, como siempre...sonrie.
Un saludo desde Benizalon
¡Nunca acaba de sorprenderme internet!
ResponderEliminarMe ha emocionado tu comentario sobre mi entrada, sobre el pueblo y sobre Angeles.
Para mí hoy también sería un placer pasar tres meses en Benizalón e incluso sería un lujo volver a ser maestra allí, con la experiencia que ya te dan los años, pero fue mi primera escuela y me sentí muy sola profesionalmente hablando.
En lo personal me sentí muy muy arropada y recuerdo que Angeles me decía:
,- Cuando te vayas de la escuela tienes que llorar.
Y efectivamente, recuerdo que el último día después de nuestra fiesta navideña, al echar la llave de la escuela me dio una enorme pena dejar a "mis primeras criaturas", que fueron geniales y me ayudaron a sobreponerme a todas las dificultades que no podía compartir con otras compañeras o compañeros.
Recuerdo los "sol y sombra" con algunos abuelillos del pueblo y el turrón tan rico que hacía Angeles.
Fue mi primera escuela y como el primer amor, siempre tiene un lugar especial en el recuerdo.
Muchas gracias de nuevo.
hola¡¡¡ me he emocionado mucho al leer esto.Soy una antigua alumna de esta escuela.Me gustaria mucho decirle a esta maestra que por favor recuerde algunos nombres de sus alumnos\as.Estoy hablando de que yo entre a esta escuela en el año 84.Por cierto le mando muchos besitos a Angeles,una mujer ejemplar en este municipio,una muy amiga de mi madre,una mujer que siempre la recordaremos por su buen humos y su cordialidad.Lo dicho me haria mucha ilusión saber algo mas de esta maestra.
ResponderEliminarMe alegro de verte por aquí y de que te haya gustado la entrada.
ResponderEliminarYo solo estuve en Benizalón los tres primeros meses de ese curso y ya hace tantos años que no recuerdo el nombre de quienes estabais en la escuela.
Recuerdo el nombre de Ismael y Miguel Ángel porque eran los hijos de Ángeles y con ellos pasaba las 24 horas del día.
Pero si que me acuerdo de que como era mi primera escuela lo viví con mucha emoción y aprendí mucho de aquellas niñas y aquellos niños que eran los primeros que yo tenía como maestra.
También tengo recuerdos puntuales y divertidos como un día que matamos una tarántula casi en la puerta de la escuela y el miedo que pasé.
Yo sustituía a Maria Mercedes la maestra titular de la escuela que estaba de baja porque tuvo su primera hija y a la que después conocí y es una maestra estupenda, tal vez sea la que tú recuerdes porque ella estuvo mucho más tiempol que yo.
De todos modos te mando un abrazo y te agradezco que hayas escrito en mi blog.