¿Cómo conseguir que la lectura en la escuela se convierta en un acto placentero?
Podríamos encontrar mil modos de conseguirlo y sin embargo en el día a día de nuestras aulas concedemos poco espacio a la lectura como espacio para soñar, para sentir, para disfrutar.
"La entrada a clase con un libro bajo el brazo del que no nos hemos podido desprender porque nos está resultando tan interesante que lo llevamos por si acaso a lo largo del día tenemos un pequeño hueco para sumergirnos de nuevo en él.".
Comenzar la clase compartiendo esa experiencia, ese sentimiento y ese deseo con nuestro alumnado es una de las muchas maneras de contarles que nos apasiona leer, que lo hacemos a menudo y que a veces incluso la lectura es tan poderosa que no podemos abandonarla .
Hasta aquí hemos estado compartiendo sentimientos, emociones, valores..., pero puede ser una actividad que vaya más allá y que nos deje entrar en el mundo de los contenidos escolares.
Si dedicamos unos minutos a leer un párrafo que nos ha impresionado especialmente vamos a conseguir mostrarles un buen modelo lector y si explicitamos las razones por las que hemos elegido ese párrafo, estaremos además mostrando un modelo de argumentación oral y criterios diversos por los cuales podemos elegir un párrafo de un texto.
Después podemos invitar a que quien lo desee pueda otro día compartir con nosotros un párrafo de un libro.
No es obligatorio pero la experiencia me dice que acaba convirtiéndose en una imposición por parte de la clase y hay que acabar incluso haciendo turnos.
Tienen tiempo de prepararla para que salga bien, incluso buscar ayuda en la familia en los amigos. Cuando sabemos que en el exterior no se va a prestar esa ayuda, siempre podemos encontrar un hueco para proporcionarla nosotros, de manera que esa lectura sea la mejor lectura que puedan hacer.
Y aún podemos dar un paso más y cuando hemos acabado de compartir las lecturas de los párrafos podemos dar la oportunidad al auditorio de que hagan preguntas, en ese momento nosotras volvemos a ser un elemento más y un buen modelo de cómo y sobre qué interesarse ante lo que acabamos de escuchar.
Y algunos días podemos charlar sobre cómo vamos leyendo los párrafos y si podríamos hacerlo mejor de lo que ya lo hacemos y que cosas nos ayudan a mejorar y cuales nos dificultan la lectura..., conseguimos así encontrar una excusa para esa reflexión metalingüística que tan poco se hace en las aulas y que tanto ayuda a mejorar lo que hacemos y cómo lo hacemos.
Para esta actividad solo se necesitan entre cinco o diez minutos de la mañana o de algunas mañanas a la semana, pero por la relación "calidad-tiempo" os puedo asegurar que merece la pena realizarla
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