jueves, diciembre 29, 2011

Mis queridos cincuentones


Estos últimos meses he estado asistiendo entre divertida y perpleja a la puesta en marcha de una más de las locuras de mi amiga Marita.
Marita es así, espontánea, ingenua, divertida, soñadora y desbordante de fantasía, así la recordaba yo de mi infancia y preadolescencia y así continúa. Yo me marché y perdimos el contacto, lo perdí también con el resto de compañeras y compañeros del colegio Reyes Católicos de Vera, mi cole.
Pero ahora, más de treinta años después, ella retoma el pasado con una idea muy de ella, volver a reunirnos de nuevo a todas las compañeras y compañeros del colegio, retomar amistades y recuerdos.
Me lo estuve pensando, las circunstancias de la vida me arrancaron de allí de golpe y no volví, fue una experiencia dolorosa. Hoy, en el mundo de internet y del wassap, tal vez hubiera sido distinto, pero entonces el espacio y el tiempo eran infinitos, y pasados los años, tengo la sensación de que en ese momento de mi vida, el destino me robó momentos, amistades, experiencias irrecuperables.
Mi amiga Marita para apoyar su idea nos ha montado un blog genial "Mis queridos cincuentones" que tal vez sea el que realmente me animo a asistir al reencuentro.
Aunque he recuperado muchos recuerdos y personas, gracias a las fotos que hemos ido enviando, reconozco que tenía miedo, miedos. Miedo a que después de tanto tiempo nadie se acordara de mí, miedo a esos cincuenta años que siempre piensas que pasan por tí más que por nadie, miedo a que toda esa gente fuese totalmente desconocida para mí...
Miedos al fin y al cabo que como todos los miedos solo se vencen si te atreves a ponerte de frente a ellos y si no se quedan ahí para siempre.
Con ellos en una pequeña maleta y un “pack de decoración femenina” me encaminé a nuestro reencuentro entre emocionada, divertida y nerviosa.
Bueno, pues he pasado todo el día zombie después de la juerga y ya empezando a recuperarme me apetecía meter esto en mi “albúm de los recuerdos”, pero mientras escribo me voy dando cuenta de lo dificil que es poner en palabras las emociones, los abrazos, las miradas, las sonrisas...
Los casi cuarenta años han pasado por todas y todos nosotros (¡¡¡chicas por ellos un poco más!!!), pero volvimos a recuperar por unas horas aquellos personajes preadolescentes que estaban llenos de energía, de ilusiones, de entusiasmo.
He recuperado algo que ahora me doy cuenta que necesitaba rescatar, me vengo cargada de abrazos y de recuerdos entrañables, y de ganas de repetir de nuevo, porque nos faltó tiempo para hablar, para compartir.
Algunas y algunos vinieron de lejos en el espacio, pero todos llegamos de lejos en el tiempo y arropados por esas melodías que hacen que mi hija se ría a carcajadas de mí, pasamos una noche inolvidable.

2 comentarios:

Irene dijo...

A veces a las ganas las confundimos con miedo, pero si no nos enfrentamos a esas ganas disfrazadas de ese miedo, nunca descubriremos lo que son en realidad. Y al hacerlo sentiremos algo horrible y fantástico, ese (re)vértigo que nos marea pero nos llena de adrenalina a explotar. Y tus cincuenta no solo están bien llevados, sino que te han llevado a estar así de bien, y no está mal hacer un recorrido por ellos a veces para entenderlo y apreciarlo con la perspectiva de una mujer y con la alegría de una niña. Aunque durante ese trayecto suenen de fondo "esos beatles".

Marita dijo...

Soy yo la que tengo que estar agradecida, primero por que te atrevieras a venir, segundo por ese maravilloso artículo,! que bien escribes!, y tercero por seguir siendo tan encantadora, alegre y cariñosa como te recordaba.
Marita