Siempre
me gustaron especialmente los álamos y ahora cuando vuelva a verlos
en primavera, brillantes aleteando sus nuevas hojas renacidas, sabré
que estás con ellos.
Tal
vez antes de ser mujer
fui
árbol en algún bosque
y
mis ramas crecían hacia el cielo
siempre
intentado ver
el
horizonte
y
estuve allí por siglos
enraizada
aferrada
a la tierra
bebiendo
el cielo
habitada
de pájaros y estrellas
Tal
vez antes de ser mujer
disemine
retoños
dejé
semillas
y
el viento fue mi amante
en
los silencios
mi
piel era corteza
mis
colores símbolos
del
transcurso del tiempo
en
crecimiento
A
veces pienso en ello
y
el bosque
no
es un lugar extraño
Tal
vez antes de ser mujer
fui
árbol en algún bosque
aún
siento el latido de la tierra
en
mis venas
y
hay días que regresan los pájaros
y
anidan
(Ana
Mª Mayol)
He
tenido que despedir a una amiga. Ha
sido duro verla irse para siempre y ver a quienes se quedan rotos por
el dolor más grande, con lágrimas o sin ellas, que su falta, es a
veces el reflejo del desgarro más infinito.
No
era su momento, no ahora, ni nunca, porque para algunas personas la
palabra siempre también es corta.
Me
gustaba su sonrisa, su humor sano, espontáneo, su inmensa humanidad,
su altruismo, su darlo todo.
La
quería muchísima gente, yo diría que era imposible conocerla y no
quererla.
Con
ella se ha ido una parte de mi juventud, de confidencias, de
desahogos, de risas compartidas...
Y
siento rabia, desconsuelo, impotencia..., y la impotencia me lleva a
buscar en algún rincón un alivio, una venda para una herida que
siempre va a permanecer abierta, porque es la única manera de no
perderla del todo.
Y
encuentro un bálsamo que no cura pero alivia y encuentro en la
poesía un remedio que rocia mi alma de esperanza, por ella, por mí,
por la humanidad que espera que de verdad le demos esa nueva raza
soberbia.
Oí
al árbol majestuoso cantar el poema de su muerte.
Los
leñadores no lo oyeron, las casas del campamento no devolvieron su
eco.
Los
carreteros y cadeneros de fino oído, no lo oyeron, cuando los
espíritus del
bosque salieron de sus guaridas milenarias para cantar el estribillo.
Pero
mi alma lo oyó claramente.
(...)
Se
ha acabado nuestra vida, ha llegado nuestro fin.
Nosotros
que llenamos pacíficamente nuestro tiempo;
con
la satisfacción plácida de la Naturaleza, con un gozo inmenso y
mudo, damos paso a aquellos por quienes trabajamos en el pasado, y
les cedemos el campo.
Para
ello, que fueron anunciados, para una raza más soberbia: ellos
también llenarán magnificamente su tiempo. ¿A favor de ellos
abdicamos, en ellos nosotros, oh, reyes del bosque!
(Walt
Whitman)
3 comentarios:
Un gran abrazo AMIGA
Que desolación deja la muerte.!!
Menos mal que siempre nos quedan las palabras que nos dan algo de consuelo y que nos permiten compartir el dolor, los recuerdos y además pueden servir de "homenaje"de despedida al ser querido
AMIGA... Un beso y un largo abrazo.
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