miércoles, octubre 17, 2018

Triste



Hoy he visto llorar a mi amiga, llorar de impotencia porque la escuela le impone una obligación y un modelo de madre que no soporta.
Mi amiga tiene que pasar tardes enteras ayudando a su hija a hacer tareas y completar ejercicios que no tienen sentido para ninguna de las dos.
Le he aconsejado que la deje, que no se ocupe de esa ayuda, que la niña tiene que adquirir autonomía pero no le ha servido de consuelo porque ya lo ha intentado y su hija acaba siendo objeto del "apartheid" educativo que supone el apoyo escolar.
La niña es divertida, una figura de la informática, te instala un juego en un pis pas y te busca y se baja "los drivers" que hagan falta, sabe de animales prehistóricos y ballenas como una auténtica experta,  inventa historias supercreativas, pero tarda mucho en hacer esos ejercicios interminables de decenas y centenas y huecos sobre las palabras homónimas o los grupos nominales.
Estoy triste con ella, muy triste.