lunes, febrero 28, 2011

medio pan y un libro





Me envía mi amigo Emiliano un correo con un texto precioso de Federico García Lorca y que no conocía.
Se trata del discurso que Federico hizo en la inauguración de la biblioteca de su pueblo, Fuente Vaqueros (Granada) en septiembre de 1931.







Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

9 comentarios:

pepabb dijo...

Emocionante discurso. Gracias por compartirlo.

Javier dijo...

¡Qué bien sabe elegir los textos Emiliano!...
y gracias a tí por ponerlo aquí.

CARMENCA dijo...

Gracias a los dos, realmente el texto es precioso, ese medio pan paro el libro entero da toda la fuerza de la lectura como mecanismo de salvación de la persona, de crecimiento, de progreso.
En cuanto a Emiliano es un MAESTRO genial aunque se nos haya jubilado!!!, claro que el seguro que no deja de estar en activo nunca.

Mª Ángeles dijo...

¡Qué sensibilidad! Es realmente emocionante y precioso. Lo leeré con mis alumnos para continuar inculcándoles el valor de un libro y el amor a la lectura. Muchas gracias.

Andran dijo...

Si no te importa lo cojo prestado para ponerlo en mi blog.
Es muy bueno.

CARMENCA dijo...

Por supuesto es vuestro, igual que mio, es universal, es lo grande de algunas personas que nos regalan palabras como estas

Isabel Martínez Llorente dijo...

Muchas gracias por compartirlo. Viniendo de quien viene, es una declaración de incalculable valor: reflexionaré con mis alumnos a propósito de este texto sobre el alimento del alma, sobre el valor de la imaginación y de la escritura.

Repito, muchas gracias por dejárnoslo a todos.

CARMENCA dijo...

Bienvenida Isabel, me ha encantado tu blog, aunque no tienes icono de seguidores, te pongo en mis favoritos.
abrazos.

Isabel Martínez Llorente dijo...

Muchas gracias! Yo también me he apuntado la dirección del tuyo. Un placer estas visitas virtuales.