“Escribir
a mano es del siglo pasado”. Este es el título de un artículo que
encontré en facebook y que podéis leer completo en el blog de Enrique Dans.
El autor del artículo comenta la decisión de Finlandia de sustituir el aprendizaje de la escritura a mano por la escritura con teclado.
El autor del artículo comenta la decisión de Finlandia de sustituir el aprendizaje de la escritura a mano por la escritura con teclado.
Todos
los cambios generan polémica y si invaden el terreno de la educación
mucho más. En educación mejor ser conservadores que andar haciendo
la revolución, por lo que pueda pasar.
De
hecho el sistema educativo está montado para enseñemos a nuestras
“crías” a vivir en nuestra sociedad.
Atreverse
a inventar o imaginar otra sociedad posible y educar pensando en un
futuro diferente siempre entraña un gran riesgo para quien se
atreve.
Aparecen
en seguida las premoniciones de grandes catástrofes, de futuras
decadencias, de derrumbe de los cimientos de nuestra sociedad.
Pero
la realidad de la historia nos enseña que el mundo avanza y no
estamos en las cavernas gracias a “las grandes locuras” a mentes
excéntricas y geniales que en su momento se atrevieron a soñar y a
crear instrumentos o ideas novedosas, futuristas, rompedoras.
Leer y
escribir desde el principio de nuestra historia han sido herramientas
que han dado acceso al poder.
“El
siglo pasado” como titula el artículo nos llevó a conseguir
alfabetizar (en el primer mundo) a un porcentaje elevado de la
población que hoy no tiene problemas de acceso al código escrito.
Pero
mientras nosotros hemos enseñado el utillaje, el oficio se nos
complejizado de tal manera que los aperos con los que comenzamos
nuestro aprendizaje ya no nos sirven para completar la labor, a menos
que no queramos ir más allá.
Pero
no ir más allá vuelve a significar depender de quienes saben usar
las nuevas herramientas que se convierten en los nuevos poderes
establecidos.
La
escuela tiene poco tiempo para enseñar todo lo que demanda la
sociedad actual, por eso debe pensar muy seriamente que es lo
importante y que lo anécdótico, que es lo que va a acercar al
alumnado a “poder estar” y ser parte “poderosa” de la
sociedad y que le va a condenar a ser parte de la sociedad
dependiente y tiranizada.
¿Y
todo esto que tiene que ver con aprender o no a escribir a mano?
El
aprendizaje del trazo se realiza en edades muy tempranas en las que
escribir una letra supone un enorme esfuerzo de control mécanico de
la mano, en muchos centros se pasan cuatro años de la vida de una
criatura aprendiendo el trazo de las letras y apenas la escritura de
unas palabras o frases pequeñas. Los años, además en que se sabe
que la mente humana tiene más capacidad de aprendizaje.
Cuatro
años para una actividad que apenas ya nadie realiza fuera de la
institución escolar.
Yo
creo que ha llegado el momento de plantearse seriamente la
oportunidad o no de esas prácticas.
La
escritura con ordenador nos permite muchas cosas que el papel no nos
permite a la hora de escribir.
Desde
eliminar la dificultad del trazado hasta la gran oportunidad de
mejora de textos sin repeticiones tediosas.
Aprender
el código con el teclado facilita el aprendizaje de la escritura y
ganaríamos tiempo para otras cosas. Aprender el trazado de las
letras, si queremos podría incluso ser posterior al aprendizaje de
la escritura, ¿porqué no?
De cualquier manera, el aprendizaje de la escritura va incluso más allá del aprendizaje de la mecanografía y centrar los primeros aprendizajes solo en la herramienta, sea lápiz o teclado, es un error tremendo. Los primeros aprendizajes deben centrarse en el aprendizaje de la escritura de textos reales con usos reales.
De cualquier manera, el aprendizaje de la escritura va incluso más allá del aprendizaje de la mecanografía y centrar los primeros aprendizajes solo en la herramienta, sea lápiz o teclado, es un error tremendo. Los primeros aprendizajes deben centrarse en el aprendizaje de la escritura de textos reales con usos reales.
Ahora
mismo parece impensable en nuestras escuelas esa propuesta, no porque
no sea la mejor para nuestras criaturas, sino porque el profesorado
que las puebla no tenemos capacidad para emprender esa marcha y la
administración que nos paga no tiene la valentía de destinar los
recursos necesarios.
Pero
está claro, que la alfabetización del siglo XXI pasa por una nueva
alfabetización, más allá del trazado de las letras y que las
pequeñajas y pequeñajos a quienes se dejan estas herramientas
parecen tener una capacidad innata de aprendizaje más allá de la
que tenemos los adultos .
“La
mente que se abre a una nueva idea, jamás volverá a su tamaño
original” (Albert
Einstein)
3 comentarios:
Pues después de darle algunas vueltas más cada vez me dan más envidia los finlandeses. En esto claro, porque el gusto por esos pescaditos secos medio podridos no se lo envidio nada. Y no creo que este caso sea un ejemplo de educación revolucionaria para forjar el futuro, pues la escritura mediante teclados, en lugar de lápices o bolígrafos, es hoy una realidad inapelable. Si acaso la revolución consiste en mover nuestras conservadoras neuronas a realizar nuevas conexiones, pero las criaturas seguro que lo vivirían con toda naturalidad. Por otra parte, dudo que los finlandeses se tiren a la piscina sin mirar antes si hay agua y no está congelada, que por allí nunca se sabe. Seguro que han hecho pruebas piloto a pequeña escala y han evaluado consecuencias, sería interesante acceder a los informes de esos "experimentos". Por otra parte, la teoría del movimiento de las alas de las mariposas, no permite afirmar con rotundidad que todas las consecuencias han sido identificadas. Por ejemplo, quien nos asegura que los finlandeses de dentro de 75 años no experimentarán cambios en los padecimientos de la artrosis en las articulaciones de los dedos como consecuencia de que un mayor porcentaje de población ha aprendido a escribir con todos los dedos en lugar obligar a sólo dos (uno de cada mano) a soportar la carga de la escritura de toda una vida.
Totalmente de acuerdo con que el manejo del dispositivo con el que escribir no es el fin de la historia. Si sustituir el aprendizaje del uso del lápiz por el del teclado permite ahorrar tiempo en la adquisición de la habilidad para producir letras, palabras y finalmente frases, quizás por fín se podría dedicar tiempo a la tipografía ¿Es que nadie se va a ocupar de una vez de la tipografía? Somos una sociedad de analfabetos tipográficos. ¿Qué porcentaje de la población ha escrito un texto alguna vez con un tipo de letra diferente del que le ofrece por defecto su procesador de textos? ¿Quien ha usado más de un 2 o 3 % de las diferentes fuentes? ¿Alguien sabe combinar diferentes fuentes en un mismo texto? ¿O elegir los tipos más adecuados según la temática y/o la audiencia? También, quizás más adelante, se podría entrenar la empatía necesaria para realizar el ejercicio de desdoblamiento de personalidad necesario para escribir para los demás, para acceder a lo que uno quiere poner por escrito mientras se juzga lo escrito intentando ser señor lector, ponerse en su lugar, identificar aquellas cosas que a menudo nos parecen tan evidentes que olvidamos y omitimos y que no son nada evidentes para el sr. lector.
Hola: acabo de descubrir tu blog y me gusta mucho la variedad de temas que tratas vinculados con la educación. En este momento me interesan mucho este tipo de reflexiones por lo que he creado un blog dedicado a los jóvenes y al uso que hacen de las nuevas tecnologías. Te invito a visitarlo: http://cativodixital.blogspot.com.es/ Si quieres seguimos en contacto. Yo ya me hice seguidora de tu blog. Con respecto a esa propuesta de ''abandonar'' la escritura tradicional me parece una aberración. Ambas formas de escritura tienen y deben de convivir.
Hola Marta, por algunos de los últimos comentarios que he leído en el blog de Enrique Dans, parece ser que la propuesta finlandesa es menos radical y que "dedicarán más esfuerzos docentes a enseñarles mecanografía y menos a inculcarles maravillosas florituras caligráficas".
Supongo que los finlandeses se habrá dedicado a experimentar antes de realizar cambios a gran escala para basarse en evidencias en lugar de en las ocurrencias de algún ministro con apellido que empiece por la letra "W".
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