domingo, enero 09, 2022

Viajar a la rutina


Desde pequeña me produce un sentimiento especial la vista del mundo tras la ventanilla del coche. Es una  emoción rara mezcla de alegria, tristeza, añoranza, paz…

De pequeña soñaba historias.Ahora paladeo presentes y sueño futuros.

Hoy el paisaje se deslizaba rápido tras la ventanilla en un invierno lleno de árboles desnudos y nubes grisácea.

Cuando el viaje es largo, como ahora, esa magia que es la red nos permite acompañarnos de voces gracias a los podcast. Te da tiempo a escuchar algunos que tenías en espera e incluso a descubrir algunos nuevos.

Hoy aproveché para escuchar “Utopedia. La comunidad de los libros” tenia a medias el  número 7 con Toni Solano. Me encanta esa charla en torno a libros de educación. Creo que no se puede ser docente sin leer sobre educación y las propuestas que nos hacen David Àlvarez, Olvido Andújar y Fernando Trujillo y sus siempre geniales invitados son siempre un seguro de lecturas útiles e interesantes. Los comentarios y reflexiones sobre diferentes aspectos de la educación nos proporcionan una escucha amena e instructiva.

Después me aventuré a buscar sobre poesía porque la tarde parecía pedirlo y de la mano de “La poesía y los poetas” he degustado el capítulo de Rosalía De Castro, una poeta y una poesía que me encanta y que he disfrutado viendo pasar el invierno.

Cenicientas las aguas, los desnudos
árboles y los montes cenicientos;
parda la bruma que los vela y pardas
las nubes que atraviesan por el cielo;
triste, en la tierra, el color gris domina,
¡el color de los viejos!
 
De cuando en cuando de la lluvia el sordo
rumor suena, y el viento
al pasar por el bosque
silba o finge lamentos
tan extraños, tan hondos y dolientes
que parece que llaman por los muertos.
 
Seguido del mastín, que helado tiembla,
el labrador, envuelto
en su capa de juncos, cruza el monte;
el campo está desierto,
y tan sólo en los charcos que negrean
del ancho prado entre el verdor intenso
posa el vuelo la blanca gaviota,
mientras graznan los cuervos.
 
Yo desde mi ventana,
que azotan los airados elementos,
regocijada y pensativa escucho
el discorde concierto
simpático a mi alma...
¡Oh, mi amigo el invierno!,
mil y mil veces bien venido seas,
mi sombrío y adusto compañero.
¿No eres acaso el precursor dichoso
del tibio mayo y del abril risueño?
 
¡Ah, si el invierno triste de la vida,
como tú de las flores y los céfiros,
también precursor fuera de la hermosa
y eterna primavera de mis sueños...!
Rosalía De Castro



 






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